De Fontanarrosa a Martino

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Presuntuosa, la grey porteña del rezo y el estaño afirma –sin rubor– que Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires. Cuestión de fe asociada al centralismo patrio, tenaz once que eclipsa al postergado interior del país. Empero, la nociva concentración tiene una gratificante excepción cultural: ¡Rosario, cuna de artistas… futbolistas y entrenadores! En el arte, Roberto Fontanarrosa, Fito Páez, Antonio Berni, Alberto Olmedo; en el fútbol, César Luis Menotti, Marcelo Bielsa, Lionel Messi, Gerardo “Tata” Martino… ¿Qué tiene Rosario para que las musas fijen su residencia en dominios lindantes a la ribera del Paraná? ¿Acaso el revolucionario espíritu de Ernesto “Che” Guevara atrae a los sensibles colectivos del numen y la pelota? Interrogantes al margen, Rosario tiene magia y encanto. Desde el Monumento a la Bandera hasta el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino. Desde el bar El Cairo (mítico punto de encuentro del “Negro” Fontanarrosa con sus compinches de fútbol, letras, mujeres y caricaturas) hasta el Gigante de Arroyito. Desde la Trova Rosarina de Fito Páez hasta el templo leproso Marcelo Bielsa. Todo bajo la hilarante tutoría del inimitable “capocómico” del Barrio Pichincha: ¡Alberto Olmedo! ¿Acaso el Barça podía elegir otro entrenador que no fuese el “Tata” Martino? ¡Imposible! No se dejen engañar… En la sabia elección, no hubo un autor intelectual llamado Messi. Ni Lionel ni Jorge. Hubo estudio, investigación, método y ¡hechizo rosarino! ¿Recomendación mandataria? También… En la cocina de la selección se filtró una infidencia: Horacio Cartés, presidente del Paraguay y exmandatario de Libertad, apadrinó enfáticamente a Martino. Atentos, Rosell y Zubizarreta tomaron debida nota de la sugerencia. Ahora, ¿importa tanto quién fue el ‘responsable’ de que un discípulo de Bielsa y admirador de Guardiola haya recalado en Can Barça? Muchas veces, nos detenemos en minucias y omitimos relevancias. Influenciados por rentados mercenarios del teclado y la palabra hacemos de la designación de un entrenador una cuestión de estado. ¡Patéticos tiempos modernos! Ajeno a las mezquindades de la era 2.0, Martino conduce los ‘redondos’ destinos culés con sabiduría y eclecticismo. El guión Barça lo seduce y lo moviliza. Por ende, no traicionará las raíces de La Masía. Lo que sí hará (la tarea correctora ya empezó) es darle su impronta táctica al equipo. Recuperar los signos vitales del Pep Team es uno de sus primordiales retos. Martino es un entrenador dialoguista y demócrata. La conducción despótica no es su estilo ni forma parte del libreto de cabecera. Como siempre, la dictadura del resultado condicionará la longevidad del Tata en el Camp Nou. No obstante, estén seguros de que Martino nunca renunciará a sus convicciones. Y que jamás incurrirá en diatribas ni provocaciones. ¿Por qué razón? Porque en Rosario, los impostores de la ética son condenados al peor de los escarnios: ni cuentos ni caricaturas de Roberto Fontanarrosa. ¿Acaso eso es vida? ¡Bona sort, Tata!

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